Cari échalos, que no quiero que me vean morir.


Enfrentarse a una página en blanco es muy difícil cuando no sabes por donde empezar, lo lógico sería empezar por el principio, pero en mi caso hay muchos principios y un solo final, así que lo más fácil será que empiece por el final.

Todo terminó una brillante tarde de Junio, el 21 exactamente y coincidía con el solsticio, por fin conseguimos quedarnos solos en la habitación, durante el día se había despedido uno por uno de todos y cada uno de aquellos que habían ido a verle, no hacía más que repetirme que no quería a nadie sentado en el sillón de visitas de la habitación, así que cuando consideraba que ya los había visto, les decía "hasta aquí hemos llegado" y los invitaba a irse.

- Cari échalos, no quiero que me vean morir¡ algunos parece que están esperando a que me muera.

Eché a todos y los mandé a su casa, prometiendo que nos veríamos al día siguiente.

Nos quedamos a solas y le pedí que comiera algo, no quiso, me pidió que le pusiera mirando a la ventana, eran las 11 de la noche y solo quedaba luz en las farolas del parque exterior del centro, un coqueto y alejado hospital para enfermos terminales a las afueras de Madrid, rodeado de sauces, álamos negros y mucha calma, el ventanal ocupaba toda la pared y las vistas al parque eran fantásticas, era un lugar precioso para soportar el tratamiento de paliativos

No hacía ni 24 horas que lo habían derivado desde las Urgencias del 12 de Octubre, sabía que estaría cómodo y que le atenderían correctamente, que estaríamos solos en la habitación y podríamos dormir después de 3 días, con sus noches correspondientes, el tumbado en una camilla y yo sentada a su lado cogiéndole la mano.

Nada más llegar lo revisó el oncólogo de guardia y en el pasillo me dijo que le quedaban horas, con un poco de suerte días, que el la metástasis del pulmón ya había llegado al hígado y no le funcionaba, algo que ya sabía, no necesitaba ningún diagnostico para saber que ese día llegaría cuando 5 meses atrás nos dijeron que le quedaban de 8 meses a un a un año, y nos quedamos petrificados, aquél día solo acertó a decirme 

- Qué chungo peque¡ esto es serio. 

- No te preocupes kary, estamos juntos en esto y lo superaremos, mucha gente lo supera. 

Pero yo sabía que no lo superaría, había tenido el mismo presentimiento que tuve con mi padre 5 años atrás, sabía perfectamente que la historia se estaba repitiendo y que lo estaba perdiendo.

De pronto empezó a respirar mal, me pidió agua y le empecé a mojar los labios con una cucharita de helado mojado que me habían dejado las enfermeras.

- Para, ya no quiero más¡ apenas se le entendía. 

- Bésame que me muero¡ y le abracé y empecé a besarle la frente y la cara, 

- No cariño, por favor no me dejes sola, por favor no te vayas.... 

y entonces suspiró fuerte y se quedó inmóvil, apreté fuerte el timbre para llamar a la enfermera que me hizo salir, fue solo un minuto el que estuve en la puerta y no podía más, otra enfermera me vio y me abrió la puerta para dejarme entrar y solo vi como le cerraban los ojos.

Le dije que por favor, avisara a la familia y que me dejaran a solas con él, le abracé y empecé a llorar, llorar, llorar, llorar mucho, llorar como nunca había llorado y entonces sentí un aliento cálido en el cuello y que me abrazaba por la espalda como cada noche desde hacía 4 años, 7 meses y 26 días y solo entonces comprendí que él nunca se marcharía y que mientras yo le recordarse viviría.


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