
Cuando subestimas a una persona te entregas a la sorpresa pero ante todo te entregas al peligro, a aquel que supone que el ser subvalorado calcule la misma cual afrenta personal, o lo que es peor; que sienta peligrar su dignidad o el afecto que sienta hacía tí.
Muy a menudo he escuchado la típica frase "es que hacen contigo lo que quieren" subestimando mis cualidades para decidir y tener criterio própio, consiguiendo no solo minar mi autoestima tanto como odiar por un momento a la persona que profiere el reproche.
... y es que últimamente oigo bastante amundo semejante apreciación, lo cual me supone una constante autocrítica y una penosa valoroción de mí misma y ni la meditación ni la constante tortura psicológica que supone saberse poseedora de tal defecto hacen que, por un momento, me sienta aliviada.
Todas estas situaciones y a veces conjuntamente con el faltal desencadante de mis sensibles fluctuaciones hormonales hacen que entre en una profunda melancolía, que enturbia la luna de miel que estoy viviendo en mi nueva casa.
No soporto a las personas pre-potentes, sabias y conocedoras del alma de los que tienen a su lado, creen saber todo sobre las virtudes y defectos de aquellos con los que trabajan o medio conviven y no existe sobre la tierra algo que me irrite más que intenten saber que es lo que me pasa cuando no me apetece hablar y menos aun cuando estoy seria.
Mi dolor ha sido el sentirme infravalorada, diminuta y pequeña como mariquita trepando por una rama y no es que me importe demasiado que la gente tenga o deje de tener opinión sobre mí, es que ha sido por personas que me importan, por personas en las que habías depositado cierta confianza y ahora pagan haciendote ver lo que realmente buscan en mí, eso es, un interés carente de aprecio y un egoismo que ni siquiera entiendo, y es que cuanto más te desvives por agradar a aquellos que aprecias y cuanto más sincero es el cariño que demuestras, más fuerte es el interes por sacar algún provecho a tus servicios.